• Deudas de tarjetas aumentó con respecto al año anterior

Redacción – El primer estudio trimestral de tarjetas de crédito y débito para el 2018, con corte al 31 de enero, detectó que en promedio una persona, normalmente, cuenta con dos tarjetas de crédito y tres de debido en su billetera, lo cual es consecuente con el aumento constante en la cantidad de plásticos en el mercado.

Este estudio, realizado por la Dirección de Investigaciones Económicas y de Mercado del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC)registró un incremento de deudas de ¢155 mil millones (14,4%), con respecto al año anterior, para un total de ¢1.2 billones, lo que representa alrededor de un 3,79% del Producto Interno Bruto (PIB).

Los morosos también tuvieron lugar en el estudio, ya que se determinó que la morosidad de 1 a 90 días llegó a un 6,27% y del 4,74% para la morosidad de más de 90 días. Por su parte, las tasas de interés, un 71% de los plásticos en circulación cuentan con una tasa de interés en colones que oscila entre un 40% y 50%.

Las tarjetas de crédito han pasado de 1.326.754 tarjetas en julio del 2010 a 2.744.145 en enero del 2018 (aumento del 107%) y con respecto a las tarjetas de débito, se tenían contabilizadas un total de 4.577.955 en julio del 2010 y para enero del 2018 el dato es de 6.163.760 (aumento del 35%).

«El incremento en la cantidad de tarjetas de débito es una señal para que el consumidor sea más cauteloso con la administración de su dinero; primero entender que existen costos asociados a dichas tarjetas como cobro de comisiones por retiro de dinero y segundo, debe ser responsable con su uso y seguir las recomendaciones de seguridad de las entidades emisoras para no exponerse a estafas,”, mencionó Erick Jara, Director de Investigaciones Económicas y de Mercados.

También, Jara aconseja que el tarjetahabiente debe ser ordenado en cuanto al uso de tarjetas de crédito y que no debe realizar compras que no puede costear o que comprometan el presupuesto. De lo contrario, puede aumentar el costo financiero al caer en morosidad o incluso perjudicar su historial crediticio, lo cual afectará la obtención de recursos para financiar una inversión, como una casa o equipo de trabajo.