Redacción – El curso lectivo recién inicia y con él, llegan situaciones como el acoso escolar o bullying, que quitan la tranquilidad a muchos padres de familia, porque no  saben cómo abordarlo y  se sienten impotentes.

Lo primero que el padre debe saber es si su hijo o hija es víctima de acoso escolar y si en el centro educativo no atienden la situación, debe acudir a la Contraloría de Derechos Estudiantiles del Ministerio de Educación Pública.

Este es el llamado que hace la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO, institución que lucha contra esta realidad que afecta a muchos estudiantes.

Una sentencia judicial recuerda la obligación de actuar por parte de las autoridades educativas.

En el 2012, un tribunal contencioso administrativo reprendió la indiferencia de la orientadora y de las autoridades de un colegio de Guanacaste, ante la agresión verbal y física que sufrió una estudiante de sétimo año y condenó al Estado a pagar todos los gastos por atención psicológica de la menor y costos de traslado del colegio.

No son pocos los niños y adolescentes  que sufren acoso escolar, es decir, que están  expuestos de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por uno u otros  alumnos, la violencia puede ser psicológica, verbal, física y puede darse a través de las redes sociales, esto es lo que se conoce como ciberbullying,

El o los agresores buscan consumir de forma emocional e intelectual a la víctima y obtener el reconocimiento y la atención de los demás.

Las razones que llevan a un estudiante a convertirse en agresor son la falta de límites por parte de los padres y de los educadores, alteraciones emocionales, mensajes de violencia en los medios de comunicación y reproducción de patrones familiares.

“Es un trabajo de todos, los padres deben estar atentos a los síntomas que presentan las víctimas y que pueden ser: miedo de ir al centro educativo, bajo rendimiento académico,  manifestaciones físicas como llanto, vómito, náuseas, ausentismo. Por su parte, los docentes deben estar al pendiente de  la relación entre los alumnos en los pasillos, el recreo, comedor y a la salida de clase, indagar sobre el motivo que lleva a un alumno a no querer participar en actividades de grupo y  el por qué tiene alteraciones emocionales como depresión, miedos, ansiedad” dijo Rocío Solís, presidenta de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO.