Redacción – Con el paso del tiempo nuestro cuerpo va sufriendo cambios, va perdiendo hidratacióncolágeno, la piel deja de tener su flexibilidad y se vuelve más flácida.

Esto se debe a que ya no tiene la misma tenacidad y afecta en especial al cuello, donde aparece una pequeña flacidez que molesta a la hora de mirarnos al espejo. ¿Cómo se puede atenuar esto? 

Si eres de esas personas que odias esa papada siga estos sencillos remedios para verse un poco mejor.

Buena hidratación: beber agua es saludable y todos los saben, pero se debe tomar verdadera conciencia sobre ello, el mantener el cuerpo hidratado  ayuda a mantener la piel sana y libre de arrugas.

Si se está bien equilibrados por dentro todo esto se refleja por fuera, así que no olvides beber al menos dos litros de agua al día.

Buena dieta: mantener una dieta rica en antioxidantes, beta carotenos y vitaminas A, C, y E, es esencial para mantener la salud de su piel.  Empieza sus desayunos con zumos saludables.

Los más indicados son el jugo a base de remolacha y manzana, el jugo de zanahoria y naranja, el jugo de mango y fresas… Son muy saludables para mantener la piel hidratada y con las vitaminas y minerales adecuados.

Masaje con aceite de ricino: su composición a base de ácidos grasos esenciales, evita perder la humedad natural, aporta mayor flexibilidad, hidratación y restaura la piel manteniéndola suave y limpia.

Lo ideal es que mezcle una cucharada de aceite de ricino y una cucharada de aceite de oliva.

Ponga en la palma de su mano un poco de esta mezcla y haz movimientos firmes y ascendentes haciéndose un masaje desde el cuello hasta la línea de la mandíbula.

Hazlo durante 15 minutos y después empapa una toalla pequeña con agua caliente y escúrrela, déjala cinco minutos sobre su cuello. El vapor le ayudará a absorber y a relajar aún más la piel. Hazlo por las noches.

Crema de avena: aporta los ácidos grasos esenciales que necesita esta zona tan sensible del cuello, donde aparecen los primeros síntomas de la flacidez.

Para prepararla coge media tacita de avena, medio vaso de leche caliente y una cucharadita de aceite de rosa mosqueta. Mézclalo hasta obtener una pasta homogénea y aplícatela bien en el cuello. Si le resulta difícil, túmbate con una toalla en el pecho para no mancharse. Mantenla durante 15 o 20 minutos y retírala con agua fresca.