Redacción-Magdiel Sánchez estaba sentado  en el porche de su casa en Oklahoma City con un tubo de metal en la mano, cuando un policía se acercó a su domicilio para interrogarle por atropello.

El agente pidió refuerzos al ver el objeto. Le ordenó que lo tirara y que se echara al suelo. En lugar de responder, se levantó y se acercó a ellos mientras los vecinos gritaban que era sordomudo. Le dispararon varias veces y cuando llegaron los servicios de emergencia ya estaba muerto.

Es el quinto incidente de este tipo que se vive en la ciudad. La víctima, de origen hispano, tenía 35 años de edad. El departamento de policía de la ciudad de Oklahoma explica que el agente Matthew Lindsey, el primero que acudió al domicilio, llevaba una pistola. Christopher Barners, que le dio apoyo, tenía un arma de fuego.

Los dos dispararon sus armas en el mismo momento contra Magdiel Sánchez, cuando estaba a cinco metros de distancia de ellos.

Los agentes no sabían en ese momento que el sospechoso estaba sordo y que no podía escucharles”, justifican desde el departamento, “son situaciones muy volátiles”. “No sabemos lo que estaban pensando exactamente los policías pero es muy posible que no escucharan lo que la gente a su alrededor les gritaba sobre su discapacidad, porque estaban concentrados exclusivamente en la amenaza”, explican.

Los vecinos relatan a la prensa local que la única manera que tenía Sánchez de comunicarse con los policías era “moviendo sus manos”. “Se veía que estaba frustrado porque trataba de decirles que no podía hablar y explicarles lo que estaba pasando”, lamenta Julio Rayos, que cuenta que Sánchez tenía algún problema de desarrollo. Jolie Guebara añade que siempre iba con algo en la mano, porque le daba miedo los perros.

Los testigos de este trágico incidente contaron hasta seis disparos. Barners está suspendido mientras la unidad de homicidios investiga lo sucedido. La justicia debe determinar después si el tiroteo estaba justificado. El departamento de policía de Oklahoma City es uno de los que adoptó las cámaras corporales para registrar la acción de los agentes en este tipo situaciones. Ninguno de los agentes las llevaba.

La víctima no tiene historial criminal. La policía aclara, además, que el vehículo envuelto en el atropello que investigaban lo conducía el padre de Sánchez. Ni siquiera estaba en el coche en el momento del incidente. Su nombre se suma a las 712 personas que fueron tiroteadas por la policía este año en EE UU, de acuerdo con la base de datos del Washington Post. Lindsey y Barners son blancos. #El País