Fotografía: Adison González Jiménez

Redacción- Conozca a Ester Dimoke Senga, una mujer que a pesar de haber vivido una gran travesía y sufrimiento, no perdió la fe y encontró en Costa Rica una asociación conformada por personas de un corazón gigante que le ofreció techo, alimentación y una nueva oportunidad de vida para seguir adelante a miles de kilómetros de su tierra.

En el 2014, el esposo de Ester murió. En su angustia no sabía qué hacer y lo primero que hizo fue acudir a su hija y se fue a vivir con ella y su esposo que vivían en buenas condiciones económicas.

“El esposo de mi hija trabajaba como ingeniero mecánico y luego pasó a director de donde trabajaba, pero cuando subió de puesto los compañeros de trabajo le agregaron veneno a la comida y duró un mes en el hospital con un tratamiento”, comunicó Dimoke.

Después de tres meses, se encontraban ya de nuevo en la casa e ingresaron seis ladrones y empezaron a disparar… una de las balas mató al guarda de la casa. Tres de los delincuentes ingresaron directo a la habitación de la hija de Dimoke y su esposo, los amenazaron con un arma y solicitaban dinero.

La hija de Dimoke, cuya identidad prefieren no revelar, les dijo a los ladrones que no tenían dinero en casa y les suplicó que no les hiciera daño. Sin embargo, los delincuentes hicieron caso omiso a aquellas peticiones. Violaron a la joven entre todos y cuando su esposo intentó ayudarla lo mataron de un disparo.

«Después me violaron a mi, frente a mi hija. Antes de retirarse los ladrones nos dijeron que volvían al día siguiente por el dinero y sino lo teníamos nos mataban a todos. Luego, cuando llegó la policía nos dimos cuenta que no eran ladrones, sino los compañeros de mi yerno», recordó con pesar Dimoke.

El día después de ese amargo momento, la familia tomó la decisión de huir; sin embargo, la hija no quiso salir del país y autorizó a Dimoke de llevarse a sus hijos para que no les hicieran daño. Se fueron para donde una amiga en Brasil, luego pasaron a Perú, Ecuador, Colombia, Panamá hasta que llegaron a Costa Rica.

Dimoke  recordó que al llegar a Panamá sentía un sufrimiento indescriptible por estar tan lejos de su casa, no saber nada de su hija y haber perdido todo el dinero y documentos que les robaron los traficantes de personas que los movían de un país a otro.

“Cuando llegue a la Asociación Obras del Espíritu Santo  mi cabeza no estaba bien y me sentía devastada. Ahora gracias a Dios y al Espíritu Santo me siento muy bien y el trato que me han dado aquí es impresionante, me siento muy agradecida por todo el apoyo que me han brindado”, expresó Dimoke.

La Asociación Obras del Espíritu Santo tiene la misión de velar en pro de la dignificación y la promoción humana para la población en vulnerabilidad social dentro y fuera del territorio nacional, sin distingo de credo religioso, nacionalidad, raza o lengua.

“La familia de Ester igual a otras cuatro familias migrantes africanas llegaron casi 2 o 3 meses a la institución, fueron referidas por otra que brinda un tipo de asesoría a las personas migrantes que ingresan al país en busca de refugio”, manifestó Adriana Hernández, encargada del área de Acción Social del albergue que dirige el sacerdote Sergio Valverde.

Obras del Espíritu Santo acoge a los refugiados africanos y realiza enlaces con diferentes instituciones para resolver la situación migratoria que es el proceso más importante.

Hernández señaló que la situación de Ester al momento de ingresar con al albergue se encontraba emocionalmente afectada por toda la travesía.

“Ester se encontraba con mucha ansiedad y temerosa debido a que no sabía cómo iban a tratar a sus hijos. Ella presentaba un documento donde su hija la autorizaba para que se hiciera cargo de sus nietos; sin embargo, ese documento lo extravió cuando le robaron los documentos”, comunicó Hernández.

Luego de un largo periodo de búsqueda de la hija de Ester, lograron comunicarse por medio de Whatsapp. La buena noticia es que ella está bien. Ahora, se está regulando su situación para traerla a Costa Rica y unirla a su familia.

La buena labor de Asociación Obras del Espíritu Santo ha logrado mejorar los hábitos alimenticios de los niños, tienen buen peso, no hay ningún problema a nivel de socialización con el resto de los niños de la red de cuido y han ido avanzando muy bien.

“Para nosotros es uno de los premios que nos da la vida, de saber que el trabajo que se realiza cada día tiene fruto y que enriquece, es la retribución a los esfuerzos y a saber que todos estamos llamados a hacer el bien a los demás sin importar de donde vengan”, expresó Hernández.

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