Redacción / Agencias – En otro intento de desmontar el legado de su predecesor, el presidente Donald Trump cambiará significativamente la política estadounidense hacia Cuba, con la introducción de restricciones para hacer negocios con el mayor conglomerado de empresas militares y mayores controles a los viajeros que visiten la isla.

La nueva política de Trump intenta reducir drásticamente el flujo de dinero que le llega al gobierno cubano y presionarlo para que permita un mayor desarrollo del sector privado. Estados Unidos mantendrá, no obstante, las relaciones diplomáticas con Cuba y su embajada en La Habana. Los viajes familiares y las remesas que envían los cubanoamericanos tampoco serán afectados.

Se espera que Trump anuncie los cambios el viernes, rodeado de seguidores cubanoamericanos en el Teatro Manuel Artime de Miami, un lugar que lleva el nombre de uno de los líderes de la Brigada 2506 de Bahía de Cochinos, cuyos veteranos ofrecieron a Trump su respaldo en octubre pasado.

El presidente tiene previsto citar las violaciones de los derechos humanos en Cuba como justificación para su nuevo enfoque.

Aunque no se trata de la reversión del histórico acercamiento promovido por el ex presidente Barack Obama, la posición de Trump se acerca más a la línea dura de algunos republicanos cubanoamericanos, quienes arremetieron contra la política de Obama por considerarla una capitulación ante el régimen comunista de la isla.

El senador de la Florida, Marco Rubio, ayudó a elaborar los cambios propuestos por Trump, con el aporte del representante por Miami, Mario Díaz-Balart.