Redacción – Las personas que viven con autismo perciben el mundo de forma distinta, por ejemplo, son más susceptibles a la luz y a las texturas, por eso el color y la temperatura de la luz que se utilice puede hacer una gran diferencia en el espacio que ellos utilicen en su rutina diaria.

En espacios interiores, se debe generar un entorno lo más claro y sencillo posible, para evitar distracciones o alteraciones en la conducta de la persona con autismo, ya que en muchos casos no perciben de forma correcta la tridimensionalidad del espacio y, si el entorno cuenta con mucha o poca luz, o sombras y texturas pronunciadas, pueden sentirse en diferentes espacios o incluso perder sus puntos seguros dentro del lugar.

Así, Hugo Melgar, Lightning Designer de Sylvania, describe algunas técnicas que podemos usar para iluminar y da las siguientes recomendaciones:

  • Antes que nada es necesario la utilización y aprovechamiento de la luz natural al 100% siempre y cuando sea posible; si no es posible, recrear la ambientación del espacio con tonalidades neutras es primordial, de lo contrario puede afectar alguna condición de fotohipersensibilidad en algunas personas con autismo.
  • Se debe procurar no afectar el ciclo circadiano; la mayoría de nosotros está ya afectado y hasta cierta forma “acostumbrado” a que nuestro cerebro reciba constantemente señales a través de la luz que afectan nuestro ritmo de vida, sin embargo las personas con autismo es muy probable que no se adapten a esta condición y lo mejor es controlar las temperaturas de color que estimulan al cerebro hacia estados de ánimo de relajación o actividad. En este sentido, recomiendan iluminación LED que tenga la capacidad de cambiar la temperatura de color desde un tono frío (luz del alba) hasta uno cálido (luz del ocaso) con luminarias que tengan la capacidad de adaptar su temperatura del color de acuerdo a las horas del día.
  • Sobre el diseño y ubicación de las luminarias es importante que el valor de uniformidad sea el adecuado, que no haya diferencias entre niveles bajos y altos que causen espacios oscuros y poco iluminados; es más importante este factor que un nivel de iluminación alto, pues el ojo humano se adapta muy bien a los altos y bajos niveles de iluminación, pero el contraste entre sombras causa más distorsión en nuestro cerebro que una iluminación pobre pero uniforme.
  • Es importante que todo el espacio esté lleno de luz (salvo condiciones contrarias de cada individuo). La iluminación debe pasar “desapercibida” en todo momento, luminarias empotradas en cielos falsos o en lo posible, luz indirecta es la mejor manera de llevar luz a las áreas de desarrollo de las personas con autismo, la luz indirecta recrea como la luz del sol ingresa a nuestros espacios cotidianos, suave y agradable, esa es la finalidad de la luz artificial y nosotros como especialistas estamos obligados y comprometidos a lograr que esto suceda.

Trastorno del Espectro Autista (TEA)

El autismo es un trastorno neurológico complejo que forma parte de los trastornos del espectro autista (TEA) y se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, siendo más frecuente en los niños que en las niñas.

Los síntomas pueden manifestarse en muchos niveles, hay quienes los presentan de forma leve y otros muy severa. Esta condición daña la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas.

Generalmente los primeros indicadores se hacen evidentes alrededor de los 18 meses de edad, por eso es importante que los padres, madres y familiares cercanos manifiesten al pediatra cualquier observación.

No existen datos oficiales, pero se estima que en Costa Rica unas 64.000 personas tienen Autismo y, a nivel mundial, 1 de cada 50 personas tiene esta condición.