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Dr. Gerardo Quirós M

Múltiples reportajes señalan cómo algunas profesiones han sobrepasado las necesidades del país, generando una sobreoferta; entre ellas se mencionan abogados, periodistas, psicólogos y, por supuesto, los médicos.

Antes de la fundación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica, los futuros médicos debían salir del país a formarse y graduarse. La escuela surge como una necesidad de un país que no contaba con un número de profesionales adecuado.

En 1976 se funda la primera universidad privada autorizada para impartir la enseñanza de la Medicina y, posteriormente, nuevas escuelas de distintas universidades privadas emergen.

Según la Encuesta Nacional de Hogares hecha en julio del 2015, la población en Costa Rica alcanzaba entonces 4.713.164 habitantes.

En el capítulo que se refiere al análisis de la situación en salud, se reportaron 14.022 médicos graduados y 8.977 estudiantes de medicina, con una cifra anual de graduados que varía entre 600 y 800; en términos porcentuales equivale a un rango de crecimiento de entre un 4,3% y un 5,7%.

Sin empleo. Este desequilibrio entre los crecimientos del recurso humano de la profesión y el de la población, viene a generar en un problema de desocupación en el gremio médico nacional que, de acuerdo con la encuesta, alcanza una tasa del 5,6%.

La cifra estimada reportada por el Colegio de Médicos es de 900 desocupados; sin embargo, según este ente, se prevé que en el transcurso de los próximos cinco años se gradúe un contingente de 8.000 y únicamente se pensionarían 2.000 profesionales.

Este aumento no saludable del recurso humano médico se ha generado por múltiples factores, entre ellos: profesión de moda con eventual reconocimiento personal y económico, facilitación de financiamiento por entidades estatales, proliferación de escuelas de Medicina y escaso control estatal o de las autoridades en la materia en la formación de profesionales.

La tasa de desocupación, del 5,6%, y con tendencia al crecimiento, es preocupante, por ello no sorprende que en la actualidad algunos médicos se desempeñan en actividades diversas: operadores de  call centers, taxistas y otras.

El exceso de profesionales favorece la precarización de la medicina, es decir, mano de obra barata fácil de explotar. La inadecuada formación del médico, en algunos casos por falta de controles de calidad y curriculares o acreditación en el Sinaes, favorecería que el ejercicio de algunos graduados no sea el óptimo.

Como dato curioso, la abundancia de profesionales médicos no disminuye las listas de espera, puesto que la necesidad es de especialistas, no de médicos generales.

La pregunta que el lector se hará probablemente es quién controla o supervisa esta actividad universitaria formadora de profesionales en medicina. ¿Debería ser el colegio profesional, el ministerio del ramo o los ministerios de Educación y Planificación? Lo relevante seria tomar cartas en el asunto.

Ante el exceso de médicos, debería establecerse y fortalecerse, como política, una coordinación y articulación interinstitucional e intersectorial en el tema de recursos humanos y las necesidades de la población.

Se requiere una participación activa del Colegio de Médicos, dentro de su marco de legalidad y que sea un actor clave para controlar y evitar situaciones más difíciles; tratar de buscar alternativas de nuevas fuentes de trabajo; incrementar y mejorar el control estatal de las escuelas públicas y privadas de Medicina, idealmente certificadas y acreditadas; abrir espacios de discusión; tratar de participar en aspectos académicos y curriculares y, de ser posible, fiscalizar la enseñanza de la profesión.

Estamos acostumbrados a médicos y al ejercicio de la medicina de primera calidad. No debemos cambiar.

Gerardo Quirós Meza es especialista en Vascular Periférico y catedrático de la UCR. Cuenta con 40 años de servicio.